Gueto de Kovno y Lituania

Las canciones del gueto de Kovno presentadas aquí pertenecen al repertorio callejero y doméstico – el de las casas y los patios -, que describían las dificultades de la vida diaria. Utilizan las melodías de canciones populares en ídish de la preguerra. Los autores y ejecutantes no se conocen. La canción Nº 17 fue publicada en la antología de Kaczerginski con el nombre de su autor. Una del gueto de Siualiai en Lituania está también incluida, y en esta se relata la historia de niños escondidos y rescatados por familias no judías.

Canciones del gueto de Kovno

El gueto de Kovno

Aún antes del establecimiento del gueto de Kovno en agosto de 1941, habían sido asesinados judíos por alemanes y lituanos. Cuando el gueto fue cerrado, había en él 29.760 personas, la mitad de la población judía de antes de la guerra. En el lapso de dos meses fueron asesinados 3.000 judíos. El 28 de octubre fue llevada a cabo la “Gran acción”, en la cual fueron transportadas y asesinadas 9.000 personas (la mitad de ellas niños) en el “Noveno fuerte” de Kovno. A ello sucedió un periodo de calma relativa, qué duró hasta marzo de 1944. De los 17.412 judíos restantes, la mayoría de los adultos fue obligada a realizar trabajos forzados, dentro y fuera del gueto.

Los habitantes del gueto fueron forzados a elegir un Consejo (Judenrat), y fue escogido como presidente el doctor Eljanán Elkes, un médico muy popular de tendencias sionistas. La oficina de trabajo era la institución más importante del gueto. Al principio fueron reclutados todos los hombres entre los 14 y 60 años de edad. Luego se agregó mujeres. Los hombres trabajaban seis o siete días por semana; las mujeres tres al principio y luego cinco. Hasta la primavera de 1942 la mayoría de los habitantes del gueto tenían asignados trabajos específicos. Los que no poseían una labor permanente debían presentarse cada mañana en las puertas del gueto para ser designados a una labor determinada. Los capataces de los talleres en el gueto eran judíos, y los de fuera de éste, alemanes o lituanos. Los trabajadores del exterior eran acompañados a los lugares de trabajo por una guardia armada de alemanes o lituanos. Al volver al gueto recibían como pago una ración magra de comida. Los nazis decidían la cantidad de comida que recibirían. Cundía la inanición y el contrabando de comida y otros productos era esencial para la supervivencia.

El gueto estaba emplazado en la zona más pobre y menos desarrollada de Kovno y no contaba con servicio de cloacas. Las condiciones de vida y el hacinamiento provocaron la rápida diseminación de enfermedades y epidemias - especialmente fiebre tifoidea-, que ponían en peligro a todos los habitantes. Los enfermos eran reacios a pedir asistencia médica o ir al hospital por temor a ser descubiertos por los alemanes. La consecuencia de ello era la prohibición de salir del gueto a trabajar para evitar el contagio. De esa forma la persona enferma estaba condenada a morir, ya que no recibía la ración de comida o perdía la posibilidad de contrabandear comida. Como consecuencia se estableció en el gueto un hospital clandestino.

El gueto fue un campo de trabajos forzados hasta que fue liquidado el 8 de julio de 1944. Cuando el Ejército Rojo comenzó a aproximarse a Kovno, las autoridades comenzaron a trasladar a los judíos a campos en el interior de Alemania. Muchos se escondieron en búnkers subterráneos, especialmente preparados para ese propósito. Los alemanes hicieron estallar los búnkers, provocando la muerte de dos mil personas.  Sólo 90 sobrevivieron en los escondites y lograron ver la liberación de Kovno por el Ejército Rojo el 1º de agosto de 1944.

La vida cultural en el gueto de Kovno

La actividades culturales del gueto de Kovno constituyeron un capítulo más – dentro de unas circunstancias históricas únicas -, de la rica vida cultural judía de esa ciudad. Kovno era un centro de cultura hebrea e ídish, con un sistema educativo notable, desde el jardín de infantes hasta institutos de preparación pedágogica. Se destacaba la cultura religiosa, cuyo ejemplo más imponente era la yeshivá de Slobodka. En el gueto se abrieron dos escuelas primarias. Algunas semanas después de la matanza masiva del 28 de octubre de 1941 los niños presentaron un programa especial de Janucá (la Fiesta de las luminarias). A fin de febrero de 1942 los nazis confiscaron todos los libros. Aún así la enseñanza continuó hasta que fue completamente prohibida por los nazis en agosto de 1942. A pesar de ello pequeños grupos de niños siguieron estudiando en algunas casas. Poco después el Judenrat consiguió la autorización para entrenar trabajadores jóvenes en diferentes ocupaciones. En ese marco lograron también enseñar temas de escuela elementaria y establecer un círculo de drama y un coro. Incluso un grupo de ballet funcionaba bajo los auspicios de la escuela vocacional.

En el verano de 1942 el famoso músico Misha Hofmekler pidió autorización para formar una orquesta. El doctor Elkes temía que la orquesta pudiera ser interpretada como una expresión de alegría, que no tenía lugar en el gueto. Hofmekler le explicó que la música satisface una necesidad emocional interna, y el Judenrat le concidió el permiso. La yeshivá de Slobodka se convirtió en salas de conciertos. Cuando se escucharon los primeros acordes en agosto de 1942, la audiencia y los ejecutantes estallaron en llanto, de pesar y de orgullo.

La observancia religiosa también continuó. En agosto de 1941 los alemanes clausuraron todas las sinagogas, pero los judíos observantes continuaron orando y estudiando la Torá.

Los habitantes del gueto compusieron canciones que comentaban de los eventos corrientes con humor. El portón – símbolo de supervivencia – aparece en muchas canciones. Una, “Fun di arbet” (Del trabajo), también conocida como “Baym gueto toyerl” (A las puertas del gueto), describe la supervivencia que dependía del contrabando, con la melodía de la famosa canción de Mark Warshavski “El pequeño jéder”. El hacinamiento y la inanición son también comentados, a semejanza de las canciones del gueto de Lodz que se basaban en músicas de preguerra. Fueron grabadas por Shmerkje Kaczerginski e incluso publicadas en su libro Lider fun di guetos un laguern (Canciones de los guetos y los campos, 1948(, pero nunca ocuparon un lugar de importancia en los actos de conmemoración de posguerra, dado que eran por lo común melodías populares que hablaban de la vida diaria en el gueto de Kovno. A diferencia de las del gueto de Lodz, nunca han sido investigadas, y su presentación aquí las restituye al repertorio de canciones del Holocausto.