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Los últimos meses del Reich alemán

Desde el verano de 1944 hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, los alemanes evacuaron los campos de concentración en los territorios de Europa oriental y forzaron a cientos de miles de prisioneros a participar en «marchas de la muerte» hacia el oeste. Muchos de los prisioneros perecieron o fueron asesinados en el camino. .
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Las «Marchas de la Muerte»

Al desmoronarse el frente oriental y con la consecuente desintegración del Tercer Reich, las fuerzas alemanas comenzaron una retirada masiva hacia el interior de Alemania.

A fines de 1944 y a principios de 1945 comenzaron las evacuaciones de prisioneros de los campos de concentración y exterminio, conocidas como «las marchas de la muerte». El 25 de noviembre de 1944, Himmler dio la orden de desmantelar las instalaciones de exterminio de Auschwitz y en enero de 1945 ordenó la evacuación de los campos cercanos al frente y el traslado de los internados hacia Alemania. La directiva era no permitir la liberación de los prisioneros de los campos, como había ocurrido en Majdanek, hecho que permitió revelar los crímenes allí cometidos. Por ese entonces, comenzaron las marchas desde Auschwitz hacia Gross-Rosen, Sachsenhausen, Mauthausen, Dachau, Ravensbrueck, Buchenwald, y Bergen-Belsen. Auschwitz fue liberado por el ejército soviético el 27 de enero de 1945.

Los prisioneros de cientos de campos en Polonia y Prusia oriental fueron evacuados hacia el oeste, a los confines del Reich. En un invierno sumamente crudo, mientras se oían en la lejanía los ecos de la artillería, los prisioneros fueron conducidos en vagones de carga y a pie en un itinerario despiadado que se prolongó por semanas y meses. Parte de los prisioneros, demasiado débiles para iniciar la marcha, fueron asesinados en el lugar, y algunos pocos enfermos abandonados a su suerte en el campo. Para los guardias, la misión significaba demorar su retirada hacia el oeste, lo cual aumentaba el deseo de librarse cuanto antes de los prisioneros para poder escapar del avance soviético. A lo largo de las rutas de las «marchas de la muerte» fueron hallados después de la guerra centenares de fosas comunes en las que habían sido enterrados miles de judíos asesinados en el camino.

Los investigadores suponen que el propósito de esas marchas era continuar con el asesinato de los judíos, pero por el momento concentrar a los prisioneros en campos, no sólo para esconder los crímenes sino también aprovechar al máximo su trabajo. El asesinato masivo continuó hasta el día de la rendición de Alemania el 8 de mayo de 1945.

Se estima que 200.000 personas fueron forzadas a caminar en las «marchas de la muerte» y que 80.000 murieron en suelo alemán, apenas algunas semanas o algunos días antes del fin de la guerra. Sólo en Bergen-Belsen perecieron cerca de 40.000.

El 30 de abril de 1945, en las horas finales de la Alemania nazi, y antes de poner fin a su vida, Adolf Hitler redactó su «testamento político», en el que llamó a continuar la guerra contra el «judaísmo internacional». Este documento representa en su forma más cruenta el odio visceral hacia el pueblo judío cuyo resultado final fue el asesinato de seis millones de judíos durante el régimen hitlerista.

Después de la guerra, los líderes nazis fueron procesados por un tribunal internacional en Núremberg por sus crímenes contra la humanidad. Paradójicamente, la mayor parte del juicio no se centró en los crímenes contra el pueblo judío, que ocuparon un lugar primordial en la concepción de mundo y el régimen nazi.

Los supervivientes del Holocausto, por su parte, comenzaron la dolorosa, pero determinada y llena de esperanza tarea de reconstruir sus vidas.