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Oposición y rebeliones judías

Durante el Holocausto los judíos combatieron de tres formas: levantamientos armados en los guetos y los campos de exterminio; fuga y contrabando de judíos desde pueblos y guetos a los bosques para unirse a los partisanos y otras formas de rescate.
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Los rumores acerca del asesinato en masa de judíos se propagaron por los guetos, pero la mayoría de la gente no estaba en condiciones de asimilar las terribles noticias –que eran de por sí vagas y confusas– siendo que reflejaban una realidad sobre la que no existía precedente alguno.

Sin embargo, información confiable llegaba a los miembros de los movimientos clandestinos por medio de correos y gente de enlace de fuera de los guetos, y la que se iba acumulando permitió comprender que se estaba frente a un crimen horrendo y sistemático sin precedentes en la historia de la humanidad.

Esa comprensión hincó raíces en la conciencia de los miembros de los movimientos clandestinos, aunque sólo después de que se llevaron a cabo acciones concretas de deportación de los guetos comenzaron éstos a organizarse para la lucha armada.

La lucha defensiva se realizó en tres frentes diferentes: rebeliones en los campos y los guetos; fugas y contrabando de judíos desde los pueblos y los guetos a los bosques para incorporarse a unidades de partisanos; ocultamiento de personas en todo tipo de escondites; rescate de grupos enteros y salvamento de niños.

A pesar de la trágicas circunstancias en que se desarrolló la existencia de los judíos en los distintos países, fueron muchos los actos de oposición y lucha armada bajo el régimen de ocupación nazi. Durante esa época, hubo manifestaciones admirables de ayuda mutua, de lucha por la supervivencia, autosacrificio y defensa activa. En algunos guetos actuaban organizaciones clandestinas que abarcaban todos los aspectos del quehacer humano. En las zonas ocupadas realizaban actividades ilegales la mayoría de las organizaciones juveniles y los partidos que existieron antes de la guerra. Los movimientos juveniles continuaron educando a los jóvenes a superarse moralmente y a reforzar el vínculo con la tierra de Israel. En algunos lugares se establecieron granjas de entrenamiento bajo el embozo de actividades productivas.

La amplia prensa clandestina no cesó de informar sobre lo que ocurría en los frentes de guerra, llamó a la resistencia contra el opresor nazi, a la unión y responsabilidad colectiva.

Los judíos actuaron conspicuamente en la resistencia francesa y belga y tuvieron un lugar destacado en la rebelión eslovaca que estalló a mediados de 1944. Los judíos escapados a las montañas de Yugoslavia se incorporaron en su mayoría al ejército partisano de Tito. Decenas de miles de judíos llegaron a los bosques de Bielorrusia y Ucrania, se contaron entre los fundadores de unidades de partisanos y se destacaron en la lucha en grupos propios o en formaciones mixtas con no judíos.

En las zonas de bosques densos se establecieron campamentos familiares de judíos no combatientes, que fueron ayudados y protegidos por partisanos judíos.

También en los campos de exterminio estallaron rebeliones. En Treblinka se produjo un motín en agosto de 1943. Tres grupos de prisioneros que eran obligados a trabajar en la cremación de los cadáveres de las víctimas y la clasificación de las posesiones que habían traído liquidaron a algunos oficiales y guardias, se apoderaron del depósito de armas e incendiaron las cámaras de gas y las barracas del campo. La rebelión puso fin al exterminio en Treblinka.

También en Sobibor se rebelaron prisioneros y algunos lograron escapar. Un grupo de prisioneros del Sonderkommando hizo estallar una de las instalaciones de exterminio en Auschwitz–Birkenau.