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“La persona creyente puede marchar hacia el futuro más fácilmente” - La carta de Aron Menczer

Publicado en Beshvil Hazikaron [“Por el sendero de la memoria”, nueva serie] (Revista de educación y enseñanza del Holocausto), No.1, noviembre de 2008, págs.52-55 [original en hebreo]

  1. El que escribe se refiere a la guerra de Gedeón contra los medianitas y los amalecitas, como se cuenta en el libro de Jueces, capítulo 7, pero por error atribuyó la historia a Sansón.

La carta de Aron Menczer a sus discípulos, Viena, 20 de septiembre de 1941 

EL documento original en alemán se conserva en el Archivo de Yad Vashem, colección Austria 0/30. Esta colección incluye diversos materiales de la época del Holocausto en Austria, que llegaron al Archivo a través de donaciones privadas. 

¡Mis queridos compañeros!

Los caminos del destino son misteriosos y ninguno de nosotros puede observar hacia lo que le deparará su futuro destino. Pero la persona creyente puede marchar hacia el futuro más fácilmente. 

Ya ha pasado un año entero, un año de trabajo, un año de creación, un año de vivencias y experiencias, pero también un año de desilusiones, y muy a menudo un año de lágrimas. 

Hoy yo sé que ustedes, mis jóvenes amigos, cumplen con todo los que se les exige en sus lugares de trabajo, no importa dónde estén. ¡Hoy desearía verlos unidos en el pensamiento y fortalecidos en su fuerza de voluntad! Durante todas las horas de la vida diaria – a menudo son difíciles y a menudo tenemos frío en nuestra casa, cansados y exhaustos dejamos que nuestros cuerpos caigan en un lugar de descanso, y alegremente no rendimos al sueño – vemos una costa que nos invita a llegar, cielos claros y azules se extienden sobre ella. Y de pronto tomamos conciencia con felicidad de nuestra juventud, ya que un grano de vida todavía se encuentra dentro de nosotros. ¡Las palmas de nuestras manos anhelan el trabajo gratificante en beneficio de nuestro pueblo, nuestro corazón extraña el calor, nuestro intelecto y nuestra inteligencia anhelan la realización y nuestros ojos están puestos en la patria! 

¡Patria! ¡Hogar! ¡En casa! Nunca sentimos el significado profundo e inspirador de estas palabras simples como las sentimos ahora. ¡Las añoranzas nunca habían sido más fuertes, nuestra fe nunca había sido más vigorosa y nuestra lealtad nunca había sido más firme! 

¡Nosotros creemos!
Nos fortaleceremos para el día de la realización, para ese mismo día en el cual sentiremos nuevamente el suelo de nuestra patria bajo las plantas de nuestros pies y su aire a nuestro alrededor. Y cuando volvamos a sentirnos jóvenes, con nuestro afán pondremos ladrillo sobre ladrillo para completar la construcción de la casa, para nuestra alegría, para la felicidad de nuestros padres, por el orgullo de nuestro pueblo antiguo y por las generaciones venideras, y por una vida sosegada y de paz en las orillas de la patria del río Jordán. El profeta nos llama y con un gran ahínco bebemos de sus palabras: 
“Tornarán los redimidos de Jehová, volverán a Sión cantando, y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; poseerán gozo y alegría, y el dolor y el gemido huirán.” 
Que esa vida esté llena de satisfacción y creación. 

Amigos, les envío un saludo con este espíritu, estrecho la mano de cada uno de ustedes y los miro profundamente a los ojos. Y mis labios expresan en silencio la súplica de que este nuevo año que se aproxima sea un año de cumplimiento y realización para cada uno de ustedes, sus padres y sus familias y para cada uno de nosotros, que este año anuncie y traiga sólo cosas buenas y que se cumplan en él sus más profundos anhelos. 
Y deseamos también,en calma y en silencio, preguntarnos en este día si acaso cumplimos con nuestras obligaciones, si acaso nuestro corazón está puro, si acaso nuestras ideas son puras, si acaso nos merecemos ser los continuadores de este pueblo antiguo, si acaso merecemos que nuestros hermanos hayan entrado por nosotros a esta tierra para conquistarla y salvarla del desierto. Estrecharemos la mano de cada uno que sienta como nosotros y llamaremos en voz alta: ¡hermanos!

¡Este es mi saludo y mi deseo para el nuevo año!
Amigos, amigas, ¡fuerza!
Suyo, Aron [con su propia firma]

Esta carta fue escrita por Aron Menczer, nacido en abril de 1917, miembro de una familia religiosa sionista. En su juventud Menczer se unió al movimiento juvenil ‘Hashomer Hadatí’ [movimiento religioso sionista] y luego a ‘Gordonia’. Ya a los doce años comenzó a liderar grupos en Gordonia y desde entonces se destacó por sus dotes de conducción. 

Después de la anexión de Austria a la Alemania nazi (“Anschluss”) en marzo de 1938, se incrementó notablemente la actividad de los movimientos juveniles sionistas en Viena. El 15 de mayo de 1938 se erigió la Agudat Hanoar Hatzioní (‘Asociación Juvenil Sionista’) y ‘Aliat Hanoar (Inmigración Juvenil) – Viena’. Al día siguiente miles de personas confluyeron a las puertas de la oficina de representación de Eretz Israel pidiendo ingresar y unirse a sus filas. 

Unos mil jóvenes participaron en la Hajshará (Programa de entrenaniento pionero sionista) y en talleres, o atendieron cursos en la escuela de Aliat Hanoar. Aron Menczer era miembro del equipo directivo de Aliat Hanoar a fines de 1938, y un año más tarde se convirtió en el director. 
La escuela de Aliat Hanoar funcionaba regularmente, e incluso en los tiempos más difíciles se daban clases durante todas las horas del día. En la escuela los maestros enseñaban voluntariamente cursos de historia, literatura, biología, música etc., se hacían visitas educativas y había clases de enriquecimiento cultural. Menczer sirvió como maestro en la escuela. 

En un testimonio grupal dado en Yad Vashem, Bronia Tesler, que era miembro de Aliat Hanoar, contó sobre él: “Siempre teníamos encuentros de Oneg Shabat ( lit. “alegría del sábado”, reunión informal en la noche o durante el sábado). Las conferencias y los debates eran siempre interesantes. Él realmente enardecía a las personas, lo que decía sobre Eretz Israel era apasionante y despertaba la añoranza hacia ella. No podía creer que tantas muchachas asimiladas serían todas como fuego”. La actividad de Aliat Hanoar no se redujo a la preparación para el futuro de los jóvenes en Eretz Israel sino que tenía también un gran valor psicológico. Miles de niños judíos se salvaron de caer en vidas callejeras y recibieron de nuevo la sensación de pertenecer a la comunidad. 

En febrero de 1939 Menczer acompañó un grupo vienés de Aliat Hanoar a Eretz Israel. Visitó a sus amigos y discípulos y ellos trataron de disuadirlo de volver a Viena. Menczer insistió en volver y declaró: “Mientras haya en Viena niños judíos, mi lugar es con ellos”. También desde Viena escribió a su familia en Eretz Israel: “No quiero acompañar a cada niño judío al tren, pero quiero estar seguro que cada niño judío pueda dejar Viena”. También a fines de 1940 Menczer rechazó el ruego de sus amigos de emigrar a Eretz Israel, a través de Zagreb, a pesar de que lo esperaba allí un “certificado” [documento extendido por los ingleses para ingresar a Palestina] preparado. 

En mayo de 1941 Menczer recibió la orden de presentarse con un grupo de niños de Aliat Hanoar en el campo de trabajo de Doppl – un pueblo en el norte de Austria, al oeste de Linz. Menczer trató de desarrollar un trabajo educativo sionista en el campo y al mismo tiempo conservó el contacto a través de cartas con los judíos de Viena para alentar a los miembros de Aliat Hanoar que habían quedado en la ciudad. Así describió Martin Fogel, su amigo y asociado, su actividad como líder durante los primeros años de la guerra:

Como director sabía no sólo como cuidarlo, sino más allá de eso también lo nutrió y lo desarrolló para convertirlo en un hogar y centro espiritual en esa época difícil de angustia y tormentos para los jóvenes judíos. Pero no todo anduvo sobre ruedas, y realmente no se desarrolló de la manera que él hubiese deseado para los educandos y aquéllos por quienes se sentía responsable. Muy a menudo lo criticaron dura e injustamente. Debía luchar contra las dificultades tanto internas como externas. Las medidas tomadas por las autoridades limitaron sus actividades y debió tomar decisiones difíciles y amargas, y muy a menudo el camino que eligió no era entendido por otros. Su situación no era fácil. Había enemistad contra él de parte de algunos representantes de la sociedad judía de Viena cuya opinión y capacidad de juicio estaban distorsionadas por la envidia y el odio que sentían hacia él. A menudo incluso sus padres no lo entendieron correctamente, y él mismo no fue entendido adecuadamente por aquéllos que él llamaba “compañeros del movimiento”, que veían en su pensamiento y su enfoque un obstáculo en sus intentos de implementar sus opiniones y sus planes personales. Frente a todos aquellos estaban sus muchos admiradores y seguidores incondicionales, un gran número de madres y padres y personas influyentes, que expresaron su completa confianza en él y en sus acciones y lo demostraron en cada oportunidad que pudieron. La evaluación y el juicio finales con respecto a sus logros no son posibles todavía ya que no estamos autorizados y no somos capaces de hacerlo. Estamos atrapados de inmediato y demasiado cercanos a los acontecimientos que sucedieron en los últimos años, de modo tal que no podemos poner distancia entre nosotros y los eventos […] y a pesar de eso una cosa se puede argumentar: fue Aron quien entendió nuestras preocupaciones y nuestras desdichas, él se convirtió en el representante de nuestros intereses de la mejor manera considerando los tiempos en los que hemos vivido, él nos dio aliento a lo largo de los 17 meses en los que estuvo deportado por medio de cartas, memorándums, mensajes, etc., que nos envió cada vez que pensábamos que llegábamos al fin de nuestras fuerzas. Una y otra vez un espíritu nuevo y fresco nos llegaba desde su lugar de deportación en Doppl […]

Estas palabras aparecieron en el protocolo del consejo que se llevó a cabo en septiembre de 1942, y otras partes del mismo aparecerán más abajo)

El 14 de septiembre de 1942, Aron Menczer recibió la orden de regresar a Viena y presentarse el 22 de septiembre en el campo de reunión que fue establecido en la escuela judía en la calle Maltzgasse. Los días siguientes los dedicó en especial a una actividad educativa intensa y al movimiento, para despedirse en forma correcta de sus educandos. De tal modo, el 19 de septiembre de 1942, se reunieron en un apartamento privado en Viena unos veinte compañeros de Aliat Hanoar, que habían activado durante el año anterior en la clandestinidad. El objetivo de la reunión, que fue denominada “consejo”, fue despedirse del director Aron Menczer antes de que fuera enviado a Theresienstadt. El consejo era de hecho el final oficial de cuarenta años de actividad sionista entre los jóvenes judíos de Viena. Sobre esta reunión, escribe su amigo, Martin Fogel, en la última parte del protocolo del consejo:

[…] Antes que Sansón ponía en orden sus combatientes para la lucha decisiva contra los amalecitas, le daba a cada uno de sus soldados la oportunidad de abandonar el campo de batalla, en caso de que sintiera demasiado débil, y volver a su familia. Sin embargo, aquéllos que permanecieron se unieron a Sansón y se quedaron con él con lealtad, sin relación alguna con el resultado de la batalla. [1]

En forma similar, también Aron se paró ante nosotros al finalizar la reunión del consejo para pedir a cada uno el juramento de lealtad, juramento que sólo nos carga de responsabilidad.

Aquélla persona que crea no ser capaz de permanecer leal al juramento, debe retirarse con calma […] en mi opinión será considerado una persona honesta. No quiero sobrecargar a alguien con un peso que no puede soportar, y no quiere poner a alguien en una situación con la cual no es capaz de enfrentarse. Pensad bien de antemano, no os rindáis al impulso del momento, considerad bien el significado de este juramento ya que sois personas aún jóvenes y sois incapaces de aprehender y comprender los resultados de semejante juramento […] Por eso voy a leer en voz alta el texto del juramento […] (pausa) Repetiré el juramento (pausa). También una tercera vez.

Cada compañero levantó su mano e hizo la venia al juramento y repitió después de Aron las siguientes palabras: 
“Juro solemnemente que donde esté haré un esfuerzo por la existencia de mi pueblo, en todo momento estaré dispuesto a ayudar al prójimo, seré fiel a Judá y a Sión y trataré de afianzar a las personas que estén a mi alrededor en la fe de nuestra patria judía”. 
Luego, Aron estrechó la mano de cada uno de nosotros. “Y veo como un gran privilegio, en nombre del movimiento pionero, que me ha tocado en parte dirigir, este juramento”. 
El encuentro del concejo finalizó con el canto de Hatikva [entonces el himno del movimiento sionista], y con él finalizó también la labor del movimiento pionero de Viena que perduró y logró resistir durante más de cuatro décadas.

El protocolo, del cual citamos las dos fuentes mencionadas, fue escrito por Martin Fogel, a pedido de Menczer, a modo de informe sobre la actividad de los últimos días de Aliat Hanoar y la Confederación Juvenil Sionista en Viena, y sobre el consejo. El objetivo del protocolo fue: “demostrar a toda persona a cuyas manos llegue alguna vez, cuan fuerte era el deseo de vivir de la juventud judía, a pesar de no tener seguridad alguna sobre cual sería su destino”. Fogel enterró el informe en el cementerio central de Viena y así se preservó. Hoy en día se conserva en el Museo de Yad Vashem, colección Viena.

Menczer fue deportado al gueto de Theresienstadt el 24 de septiembre de 1942, y también allí continuó su actividad con los jóvenes: trabajó en el departamento de bienestar, entre otras cosas, también creó la organización HaYad HaTomejet (“La mano de apoyo”) –cuyo objetivo era ayudar a ancianos en el gueto. Además, organizaba tertulias para la noche del viernes [comienzo del shabat según la ley judía] y conferenciaba muy a menudo. Ernest Zeifeld de Viena escribió sus actividades : “Aron estuvo en Theresienstadt sólo 12 meses, y de ellos pasó meses en aislamiento. A pesar de que el periodo que estuvo con nosotros fue relativamente breve […] hizo una contribución importante para el fortalecimiento espiritual de muchos jóvenes. En días muy difíciles, brindó esperanza y señaló un objetivo a muchos, creando orden y algún tipo de estructura en las vidas de los jóvenes en una época de caos”. 
El 24 de agosto de 1943 llegó a Theresienstadt un tren con 1.260 niños de 3 a 14 años, de Bialystok. Los niños fueron puestos en aislamiento absoluto, y se prohibió todo contacto con ellos a los pobladores del gueto. Menczer se voluntarizó junto con otros prisioneros a servir como instructor. El 6 de octubre los niños y sus instructores fueron sacados sorpresivamente de Theresienstadt. Los niños y sus acompañantes llegaron a Auschwitz el 7 de octubre de 1943 y fueron asesinados inmediatamente después de su llegada en las cámaras de gas en el campo de Birkenau. Junto con ellos murió también Aron Menczer.

Basado en: Elizabeth Kalmacher, Lehitraot beeretz Israel – Maavakó shel Aharón Mencher lehatzalat ieladim iehudim bevina hanatzit [Nos vemos en Eretz Israel – La lucha de Aron Menczer para salvar niños judíos en la Viena nazi], Viena - Tel Aviv 2000. Gracias a Yael Novogrotzky por la redacción de la investigación