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La consolidación del poder nazi

La toma del poder por los nazis fue facilitada por circunstancias políticas y sociales que se desarrollaron en Alemania entre las dos guerras mundiales. La política antijudía de los nazis estaba compuesta por medidas de corte legal destinadas a expulsar a los judíos de la sociedad y quitarles sus derechos y posesiones, acompañada de incitación, abusos, terror y violencia. Lea más...
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La toma del poder por los nazis en Alemania

La toma del poder por Hitler y los nazis fue facilitada por circunstancias políticas y sociales que se desarrollaron en Alemania entre las dos guerras mundiales. Muchos alemanes fueron incapaces de admitir la derrota de su país en la Primera Guerra Mundial. Según éstos, los judíos tuvieron un papel fundamental para que aquella ocurriese. Alegaron que un puñal clavado en la espalda de las tropas y la debilidad de la retaguardia civil paralizaron a los ejércitos en el frente y provocaron su colapso.

La gran mayoría de los alemanes se oponían a las condiciones impuestas por el Tratado de Versalles y para muchos de ellos, la democracia era un régimen que no se ajustaba a las tradiciones y el carácter del pueblo alemán. Los términos del tratado de paz y la obligación del pago de indemnizaciones astronómicas a los vencedores eran considerados como un acto de venganza y una injusticia sin límites.

La sensación de frustración frente a la realidad impuesta por las potencias occidentales y el temor de una posible revolución comunista en Alemania, prepararon el terreno sobre el que se desarrollaron y florecieron grupos radicales de derecha. El partido nazi fue uno de esos grupos. La inestabilidad económica de posguerra también dio impulso al descontento y la búsqueda de soluciones extremas.

En 1925 se notó un cambio positivo en el estado de ánimo colectivo como consecuencia de mejorías en la situación económica -que resultaron ser temporales-, y un clima político más calmo y prometedor. Sin embargo, la crisis económica que estalló a fines de 1929 hizo subir el descontento, la inseguridad y la desorientación a grados desconocidos hasta entonces.

En 1919 se sumó a una pequeña agrupación nacionalista, anticomunista y antisemita de Múnich, Adolf Hitler, un soldado desmovilizado que había sido herido durante la guerra. En poco tiempo se convirtió en el líder de la organización a la que dio el nombre de Partido Obrero Nacional Socialista Alemán, al que también redactó su plataforma racista y antisemita. En 1923 intentó hacerse con el poder en Baviera, por medio de un golpe de Estado que fracasó. Fue juzgado y condenado a prisión pero liberado al poco tiempo. Después de su liberación se dedicó a reorganizar el partido. En los meses de encarcelamiento escribió su libro Mein Kampf  [Mi Lucha], en el cual desarrolló sus ideas respecto a las teorías raciales y la conquista del mundo por parte de una Alemania liderada por los nazis.

Después del fracaso de su intento golpista, Hitler llegó a la conclusión de que la mejor forma de llegar al gobierno era utilizar los medios legítimos que ponía a su disposición la democracia representativa. Al mismo tiempo él y sus acólitos nunca ocultaron que para ellos la democracia era sólo un medio para acceder al poder.

En las elecciones al parlamento alemán [Reichstag] de 1924, el partido nazi consiguió el 3% de los votos y su representación consistió de 14 diputados. En 1928 la representación se redujo a sólo 12 escaños. El punto de inflexión se produjo en las elecciones de 1930, las primeras realizadas después del estallido de la crisis mundial. Los nazis sorprendieron al recibir el 18.3% de los sufragios, que significaban 107 diputados en el Parlamento. En julio de 1932 los nazis se convirtieron en la facción mayoritaria con 230 representantes.

Su ascenso al poder el 30 de enero de 1933 -cuando el presidente Hindenburg confirió a Hitler el cargo de Canciller [primer ministro] de Alemania- se produjo por métodos democráticos.

El comienzo de las persecuciones antijudías en la Alemania nazi

En los años treinta del siglo XX había en Alemania alrededor de medio millón de judíos, aproximadamente el 0.8% de la población. La mayoría se consideraban patriotas alemanes, vinculados al modo de vida del país a través de la lengua y la cultura. Muchos destacaban en las ciencias, la literatura y las artes y eran empresarios exitosos en distintos ramos de las actividades económicas y financieras. Antes de 1933, hombres de letras y científicos de orígen judío recibieron el 24% de los Premios Nóbel otorgados a alemanes. No obstante debido a los matrimonios mixtos, a un crecimiento vegetativo sumamente bajo y a las conversiones, había quienes opinaban que los judíos desaparecerían de Alemania en un breve lapso de tiempo. Resulta paradójico que justamente en Alemania, y en el seno del pueblo alemán al que anhelaban asimilarse, se hayan implementado los principios de la ideología nazi.

Con la llegada de los nazis al poder, la política antijudía se manifestó de dos formas paralelas: por una parte, medidas de corte legal destinadas a eliminar a los judíos de la sociedad, privarlos de sus derechos civiles y llevarlos a la ruina económica; y simultáneamente campañas calumniosas, provocaciones y violencia en cada ámbito de la vida dirigidas a forzarlos a abandonar Alemania.

El 9 de marzo de 1933, pocas semanas después de la asunción de Hitler al poder, comenzaron a lo largo y ancho de Alemania ultrajes organizados contra los judíos. Unas dos semanas más tarde comenzó a funcionar el campo de concentración de Dachau, en las cercanías de Múnich. En éste fueron encerrados comunistas, socialistas y liberales alemanes, y todo aquel considerado un enemigo del régimen. Dachau se convirtió en el modelo a partir del cual fue diseñado el sistema nazi de campos de concentración. En unos pocos meses la democracia fue liquidada y Alemania se convirtió en un Estado policíaco centralizado y unipartidario.

En abril de 1933 comenzó una nueva etapa en la política antijudía del régimen nazi, que consistía en la anulación de la igualdad jurídica y civil de los judíos, acompañada de la desposesión económica, el aislamiento social y el aceleramiento del proceso de abandono del país. Las protestas que despertaron estas medidas en el mundo fueron interpretadas por los nazis como una provocación orquestada por los judíos, y cuya respuesta fue la proclamación de un boicot económico contra éstos en Alemania. El boicot duró sólo un día, el 1 de abril de 1933, y fue precedido por una intensiva campaña de propaganda. Durante éste negocios y empresas judíos fueron rodeados por piquetes de guardia de miembros de la S.A. que impedían la entrada de clientes. Vale destacar que no pocos alemanes no se dejaron amedrentar y realizaron sus compras en establecimientos judíos.

El 7 de abril de 1933 fue decretada la Ley de Restablecimiento del Servicio Civil Profesional. Ésta estaba destinada a purgar la burocracia estatal de judíos y de supuestos enemigos del régimen. Fue ésta la primera ley de contenido racista de Alemania, y tenía como meta aislar a los judíos y quitarlos del entorno social. Miles de judíos fueron despedidos de cargos públicos en el sistema judicial, educativo, de salud, etc., y se les prohibió servir en las fuerzas armadas alemanas.

Durante 1933 también se realizaron actos públicos de quema de libros, llevados a cabo generalmente por estudiantes universitarios, suceso sin precedentes en la Europa del siglo XX. Millares de libros fueron quemados por el mero hecho de que sus autores eran judíos, como parte de la campaña de expulsar a los judíos de la vida cultural de Alemania, en la cual su presencia era destacada sea en la literatura, el periodismo, el teatro y la música.

Alemania se convierte en un Estado racista

En septiembre de 1935 fueron promulgadas por el Reichstag las Leyes de Núremberg. Como consecuencia, los judíos se convirtieron en ciudadanos de segunda clase. Una variedad de decretos fue dictada para complementar estas leyes y prepararon el terreno para las persecuciones que se volvieron cada vez más cruentas.

En el seno de amplios sectores del público judío persistía la ilusión de que los nazis no se atreverían a expulsarlos totalmente debido a la contribución positiva que hacían al comercio y la industria de Alemania. Los nazis, por su parte, tuvieron cuidado durante un tiempo de no liquidar empresas judías, especialmente aquellas que tenían relaciones comerciales con otros países.

Mientras tanto los judíos fueron expulsados de las universidades, rechazados por las editorales y sin ningún periódico que estuviera dispuesto a publicar sus escritos. En el proceso de nazificación de la literatura, el arte y la ciencia ocuparon un lugar destacado artistas y científicos famosos. Médicos y hombres de ciencia contribuyeron a cimentar las teorías raciales.