Los visitantes
Los muros de piedra se elevan a una altura de diez metros y más aún. Al pasar por los patios uno se siente achicado, empequeñecido por el enorme tamaño del sitio, y sobrecogido ante la enormidad de la pérdida.
Los visitantes llegan para rememorar lo que existió, para recordar a las miles de comunidades destruidas junto a los seis millones de víctimas del Holocausto. Un universo entero, floreciente y lleno de creatividad y cultura, religión y tradiciones, vida social y política, que fue casi totalmente borrado de la faz de la tierra.