En marzo de 1943 Leah Liza Roderman sentía que tenía los días contados, y que sería asesinada pronto con el resto de los judíos que todavía permanecían en Minsk. Su esposo Grisha (Grigoriy) estaba sirviendo en el Ejército Rojo y ella decidió separarse de su hijo, Lev Leonid, para salvarlo. Llevó al niño de dos años a la casa de la familia Krezo. Con la esperanza de que su padre lo encontaría después de la guerra, le escribió una carta. Esta quedó depositada en manos de los Krezos.














